Friday, March 23, 2007

¿Será Puerto Rico como Sadrac, Mesac y Abed-nego?

“Sadrac, Mesac y Abed-nego son 3 muchachos, más o menos de tu edad… A Sadrac le gusta el trabajo, a Mesac, lo mismo le da.”

’Perate, ’perate que me equivoqué de relato.

Sadrac, Mesac y Abed-nego fueron 3 jóvenes Judíos a los que Dios puso a cargo de los negocios de Babilonia. Servían a Dios y lo amaban.

El Rey de Babilonia, Nabucodonosor, había emitido en su imperio un decreto de que todo el mundo tenía que adorar e inclinarse ante una estatua de oro que había construido. Nabucodonosor había dicho que todo el que no se postrase ante la estatua de oro, “en la misma hora sería echado dentro de un horno de fuego ardiendo”. De hecho, mandó el rey a llamar a todo el mundo; a presidentes, a gobernadores, a capitanes, a legisladores; en fin, a todo el mundo; y les ordenó que se postraran y adoraran esta estatua de oro. Pero Sadrac, Mesac y Abed-nego, quienes también tenían posiciones de alto rango en Babilonia porque Dios los había puesto allí, se negaron a postrarse ante ese ídolo.

¿Por qué no quisieron postrarse ante aquella estatua estos 3 jóvenes? ¿Por rebeldía? ¿Por desobediencia? No. Decidieron mantenerse firmes en su creencia en Dios y en su amor a él. Dios los había bendecido; ¿Cómo iban ahora a postrarse ante otro dios que no era el suyo?

Alguna gente piensa que los ídolos son solamente estatuas de oro o de piedra que representan a algún dios o deidad a la que reverencian. Nada más lejos de la verdad. Le sorprenderá a muchos aprender que un ídolo es todo aquello a lo que le rendimos culto, conciente o inconcientemente. Así que un ídolo muy bien puede ser un hijo, un esposo (o esposa), un carro, un trabajo o cualquier otra cosa o persona a la que le demos un lugar de tanta importancia que lleguemos a endiosarle.

Al Dios que yo conozco no le agrada la idolatría (Exodo 20:3 – No tendrás dioses ajenos delante de mi). Dolorosamente mucha gente idolatra causas, creencias, puntos de vista, percepciones y movimientos.

En estos días en Puerto Rico se habla mucho sobre enmiendas a nuestro código civil en las que se incluye el reconocer los derechos de las parejas homosexuales para poder contraer matrimonio, entre otras cosas.

Obviamente esto ha causado que se levanten distintos grupos civiles y religiosos en nuestra isla queriendo imponer sus criterios en cuanto a lo que se debe o no permitir dentro del código civil.

Aunque por un lado entiendo perfectamente las posiciones de alguna gente que defiende sus puntos de vista, lo que me parece inaceptable es lo que he escuchado de parte de varias personas (entre estas periodistas y psicólogos) en cuanto a esto. Dicen que Puerto Rico no puede quedarse atrás o estancado mientras el resto del mundo avanza o se moderniza en cuanto al tema de la homosexualidad y la legalidad de sus uniones como matrimonio dentro de nuestras sociedades.

En otras palabras: Si lo están permitiendo ya en España y en Estados Unidos (en algunos estados, claro está), ¿Cómo podemos quedarnos atrás y no aceptarlo aquí también?

Aquí es que entran mis amigos, Sadrac, Mesac y Abed-nego. Estos chicos decidieron que no iban a rendirse ante las exigencias de este rey y que aunque el mundo se tirara por el risco (como decimos los Boricuas), ellos no serían del montón. No querían estar a la moda o a la par con el resto de la gente si con ello tenían que echar a un lado sus creencias y abandonar así al Dios que los había bendecido.

Pero la cosa no se quedaba ahí. Estaban sentenciados a muerte de inmediato. Y no una muerte cualquiera, sino que serían echados a un horno de fuego. Dice la Biblia que cuando los llevaron frente al rey éste les preguntó que si era cierto que no adorarían ante la estatua; les advirtió sobre el horno de fuego y de cuan inmediato sería su castigo. Ellos decidieron firmemente NO adorar y fueron atados y echados al horno de fuego. El fuego simboliza hoy día la crítica y el atraso del que habla esta gente que favorece todo aquello que va en contra de lo que Dios ha establecido en su Palabra.

Muy bien podemos decidir no claudicar y no ceder ante las cosas que nos presenta el mundo que van en contra de lo que hemos creído; cosas que van en contra de nuestras creencias Cristianas y aún en contra de nuestros principios morales.

No me mal interpreten. He tenido amigos homosexuales a quienes amo y respeto muchísimo. El que no esté de acuerdo con su forma de vivir y su manera de actuar (como estoy segura que no lo estarán algunos de ellos con la mía) he defendido sus derechos humanos como defendería los de cualquier heterosexual. Claro, siempre y cuando no vayan en contra de lo que Dios ha establecido.

Puerto Rico no puede ceder ante lo aceptado a nivel mundial sencillamente porque es lo que está de moda. Podemos y debemos ser diferentes. ¡De hecho, TENEMOS que ser diferentes! De otra manera estaremos trayendo maldición y muerte sobre nuestra isla. La Palabra de Dios (en la que creo firmemente) es clara sobre el pecado y sobre su paga: LA MUERTE.

Aquel día Sadrac, Mesac y Abed-nego fueron echados al horno de fuego ardiendo. Dice la Palabra que los hombres que los amarraron y los cargaron para echarlos al fuego se quemaron al acercarse al horno a tirarlos. Sadrac, Mesac y Abed-nego cayeron al horno de fuego y dice que cuando se asomó el rey a verlos quemándose en vez de 3 vio a 4 hombres. "El cuarto hombre era uno con un aspecto semejante al Hijo de Dios."

Como no se quemaron, el rey los mandó a salir. Me imagino la cara de Nabucodonosor cuando vio que ni sus ropas ni sus calzados se habían quemado y ni siquiera olor a humo tenían. Debe haberse quedado pasmadito al ver que el Dios de ellos los había guardado y protegido por no haberse contaminado y por no haberse rendido ante sus enmiendas al código civil de Babilonia.

Puerto Rico es conocida como la isla del cordero. Nuestro emblema es un escudo con un cordero acostado sobre el libro de los siete (7) sellos del Apocalipsis. El cordero simboliza a Jesús. Y es Jesús quien protege a nuestra isla. Dios mismo nos lleva en la palma de su mano.


¿Seremos entonces como estos 3 jóvenes Judíos que no se apartaron de sus creencias ni dudaron de la protección y el amparo de Dios? ¿O nos rendiremos ante los “avances” del mundo comprometiendo nuestro pacto con Dios?


Sadrac, Mesac y Abed-nego - Daniel 3

El que en él cree, no es condenado; más el que no cree, ya es condenado, porque no creyó en el nombre del unigénito Hijo de Dios. - Juan 3:18

Y sirvieron á sus ídolos; Los cuales les fueron por ruina. – Salmo 106:36

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