Tuesday, November 07, 2006

Valentina Díaz y sus problemas…


…con el “sistema anal de la vena cacarea”.

Por no decir “ese tiene diarreas”, decía “el pobre tiene problemas con el sistema anal de la vena cacarea”. Era como para morirse de la risa.

Un día tuve el atrevimiento de llamarla por teléfono mientras veía La Venganza, la telenovela con Gabriela Spanic, como Valentina Díaz y Katherine Siachoque, como Grazzia Fontana. ¡Que osadía la mía! Le dije, “Sandra…” – no me dejó continuar. De inmediato me corrigió diciendo: “¡Sandra, NO! ¡Valentina Díaz!” De ese día en adelante me decía Grazzia; Grazzia Fontana (sonando a Bond; James Bond).

Ahora que lo pienso bien, y conociendo los personajes calientes que hace esta excelente actriz Colombiana, me pregunto qué me habrá querido decir… ¡JEJEJE!

Nos referíamos a nuestras respectivas madres con el término de “Madre Superiora”. Usualmente era más para referirnos a su madre que a la mía. De la mía casi no hablábamos. Era la de ella, según nosotras, la que siempre estaba de la carcoñeta (palabra compuesta, derivada de otras 3 – adivinen cuales).

Siempre estaba hablando de su novio, el militar, quien se pasaba la vida viajando el mundo con no sé qué rama del ejercito. Puede que haya sido el Navy, o los Marines, o quién sabe si el Army. Nunca me enteré. Lo único seguro es que con ese personaje ficticio, ¡¡¡nos inventamos una de conversaciones!!!

Cuando salíamos de compras o dar una vuelta por ahí, y de momento nos encontrábamos sin tema de conversación, solo bastaba con que le preguntara sobre su novio el militar. Esa pregunta parecía activar en ella el botón de inventos de cuentos y anécdotas jocosas que eran cosa seria.

El pobre militar parece haber muerto en muchas guerras porque nunca regresó.

Pero en realidad las que por poco encontramos la muerte juntas fuimos ella y yo. Una de esas veces en el viejo San Juan. Andábamos con un grupo de conocidos y al salir de una famosa discoteca se formó un revolú; de la nada y en cuestión de segundos nos encontramos con una pistola de frente y en la frente, literalmente, de uno de los de nuestro grupo. No sé cómo salimos de esa aunque se lo atribuyo, en parte, a lo mucho que corrimos por las calles adoquinadas del Viejo San Juan hasta llegar al estacionamiento de Doña Fela. (Hoy sé que Dios nos protegió.)

Corrimos como “pu%@$ de caserío” (otro término que solíamos usar). Ese día, o al otro, mi hermano, Pedro, nos bautizó Las Macheteras. Claro, que mi hermano nos bautizó así porque bromeando decía que éramos unas machotas peleadoras y medio super-héroes. Ella y yo sabíamos que la verdad era otra; la verdad era que aquel día habíamos corrido hasta el “Parking de Doña Fela” como “pu%@$ de caserío” debido a un serio problema en el sistema anal de la vena cacarea.

Pronto: Más de las aventuras de Valentina Díaz, Grazzia Fontana y Las Macheteras


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