Friday, December 01, 2006

La violencia en contra de la mujer…

Todos sabemos que la violencia en contra de la mujer ha existido toda la vida. Desde que el mundo es mundo las mujeres han sido, en la mayoría de las sociedades, golpeadas, usadas, abusadas, violadas y hasta asesinadas por hombres. Usualmente el mismo hombre con el que han compartido su vida o parte de esta. No podemos encasillar la situación y decir que solamente ocurre con el esposo, el novio, el marido, la pareja o como le quieran llamar. Entre los abusadores algunas veces se encuentran los hermanos, los primos, los tíos, los abuelos y el padre.

En Puerto Rico ayer, 30 de noviembre, se conmemoraba el “día de no más violencia contra la mujer” (como si fuese un problema de un solo día) y se llevó a cabo una actividad en la que se llamaba a la ciudadanía a hacer un alto en sus actividades diarias por 5 minutos para reflexionar en silencio por las mujeres que han sido víctimas de violencia doméstica. Quizá suene un poco antipática pero no entiendo qué pueden hacer 5 minutos de reflexión para cambiar una situación que sólo puede cambiar quien la vive.

Me explico. Para empezar la palabra “víctima”, entre otras cosas, se utiliza para describir a una persona o animal sacrificado o destinado al sacrificio; o como una persona que se expone u ofrece a un grave riesgo en obsequio de otra. En otras palabras, una víctima es una persona que se pone a sí misma en una situación para que otra le haga daño. Claro que se puede argüir que se hace voluntaria o involuntariamente. Aclaro que hay víctimas de crimen que no se han puesto a sí mismas en ninguna situación; esas sí son verdaderas víctimas.

Mi punto es que cuando alguien comienza a verse a sí misma como una víctima está aceptando su papel o rol como víctima de algo o alguien. Esa es una de las primeras cosas que tenemos que cambiar del vocabulario y la mentalidad de muchas mujeres. Son muchas las mujeres que viven en una situación de abuso y sencillamente se mantienen en ella porque se han acostumbrado a dicha situación. No se visualizan lejos de esa persona que las maltrata.

En algunos casos esta mentalidad se arraiga desde la niñez porque el padre para corregir a la niña le pega, le grita o le da una pela (dicho en Boricua). La niña comienza a aceptar que cada vez que haga algo “malo”, o fuera de lugar, va a recibir un castigo físico o verbal. Cuando llega a ser mujer “espera” (conciente o inconcientemente) que su novio o esposo haga lo mismo.

El pedido a la ciudadanía de que reflexionemos por 5 minutos sobre la violencia doméstica suena muy bonito. Claro que es bueno que oremos por las mujeres; porque abran los ojos, porque entiendan que no tienen que vivir en una situación de abuso, venga de quién venga. Pero más allá de eso, tenemos que comenzar enseñándoles a nuestras hijas (a las que las tenemos) que no deben tolerar que alguien le ponga un dedo encima o que alce su voz por encima de todos para “corregirla”. Debemos habilitar a nuestras hijas para que jamás permitan que NINGUN hombre les pegue o las maltrate, eso incluyendo al padre y los hermanos. Porque si lo permiten de los hombres quienes se supone las cuiden y las protejan, cuanto más no lo van a permitir de los que vienen a ser “piojos pega’os”, como decía mi abuela.

En realidad no recuerdo quién me habilitó durante mis años de adolescencia, pero sí recuerdo una de las pocas veces en que mi padre me pegó. Lo enfrenté. Lo confronté. También recuerdo su cara de asombro cuando lo hice. Nunca más sucedió. Una vez me agarré a los puños con un primo abusador porque me pegó. Llevaba las de perder porque él me sobrepasaba en edad, estatura y fuerza; pero igual lo enfrenté y le hice ver que no le iba a aguantar los golpes así por que sí. Me gané su respeto; de eso estoy segura. Hace años (más de 20) trabajé en una oficina de servicio social y recuerdo a una mujer hermosa a quién su esposo maltrataba física y emocionalmente. La celaba, la perseguía, le hacía la vida imposible. La aconsejamos y tratamos de ayudarla a través de esta oficina y de forma personal e individual. Ella volvía con él. "Por los hijos" - me decía. Un buen día el hombre la persiguió a un centro comercial (aunque había orden de protección en su contra) y allí, frente a muchísima gente, la mató a tiros. Se pudo haber evitado esa tragedia que dejó huerfanos a 4 niños. Nadie puede decirme que escribo lo que escribo sin conocimiento o sin haber pasado, o por lo menos haber sido testigo, de una situación de violencia en contra de la mujer.

A las que viven en este tipo de situación les digo que TIENEN el poder para salir de ese círculo vicioso. No aguanten ni un abuso más. Salgan corriendo de una relación sentimental en la que el hombre por un lado te dice que te ama y por el otro te maltrata. NADIE puede hacerlo por ustedes. La determinación es tuya. La decisión es tuya.

Es necesario que ustedes mismas digan “BASTA YA” y decidan no ser más "víctimas" de violencia.

©Derechos Reservados - Mei-Ling ((-_)))

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